Creo que no hay nada peor en esta Europa que tener que depender de las acciones de los ingleses para la salvación de la economía doméstica.
Nuestros isleños favoritos siempre se han movido con especial cuidado de proteger sus intereses por encima de todos los demás factores concurrentes. Que hayan podido hacer este juego durante la época convulsa de las guerras europeas, con sus colonias asiáticas en el pasado, incluso con Australia, parecía algo irrepetible por falta de un lugar donde ejercer.
Sin embargo, el terreno de juego donde nuevamente plantean su peculiar batalla es la misma Europa donde supuestamente contribuyen a desarrollar la cuarta economía mundial tras USA, Japón y China (con permiso de Rusia).
El doble juego "de espías" con Cameron haciendo de poli malo y Clegg de poli bueno es casi patético. Se suma un tercero, el alcalde de Londres. Uno piensa "¿por qué este elemento se decide a exponer su cabeza por encima de los demás con estas declaraciones?". Ante mi confesa ignorancia de la política local, sólo puedo aventurar que quizá está tratando de convertirse en candidato a lugares más altos a costa de defender algo que seguramente una parte de ciudadanos puede pensar en su fuero interno, vaya usted a saber.
Mientras tanto, he superado una vez más mi capacidad de permanecer perplejo ante una realidad que supera las ficciones más descabelladas.
Como decía Kurtz ("Apocalypse Now"), el horror tiene rostro. Y hoy es londinense.
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