martes, 8 de enero de 2013

Megalomanía



Me llama la atención, por candidez pura, y mientras leo este artículo, que el ser humano sigue maravillado y obsesionado por las obras extremas, tanto hacia lo pequeño y microscópico como hacia lo enorme, desproporcionado e incluso irreal.

En cierta forma, el gusto o la afición hacia lo pequeño ha desaparecido en los úlitmos tiempos. No sabría decir si debido a un parón tecnológico o a que en tiempos de crisis se desprecia lo que parece ínfimo y se vuelve la mirada hacia las grandes escalas.

Cierto es que desde la fiebre de los microprocesadores cada vez más "nano", los móviles cada vez más pequeños (algunos llegaron a ser dignos de un piercing más que de un bolsillo) y los padrenuestros escritos en un palillo la sociedad ha vuelto la espalda a la miniaturización, a la pequeña escala. Se han visto afectados también los pequeños comercios e incluso los todo a un euro, donde nada vale ya un euro.

En la otra parte, proliferan los grandes proyectos, megalómanos digo. Los rascacielos siguen siendo el objeto de deseo de los pueblos, da igual que sean asiáticos, europeos o americanos. De cerca siguen los grandes puentes, las plataformas petrolíferas, y construcciones "imposibles" en general. Incluso hay programas, benditos canales de procedencia USA, dedicados a explicar cómo se construye un rascacielos de ciincuenta plantas a partir de un cubo de arena o una barbacoa para vacas enteras - esto último, creo que cualquier parrilla vitoriana lo supera, pero bueno...

¿Será la proyección de la impotencia de la humanidad en alcanzar la verdadera grandeza? ¿Un problema congénito del hombre, si creemos en Freud? O simplemente, como antes apuntaba, una anticipación de la crisis mundial en forma de lupa de aumento sobre todas las actividades de la sociedad moderna. No sé si referirme aquí, aunque sea tangencialmente, a otras cosas que ya vemos de nuestro día a día y no nos llaman tanto la atención: los macrocentros comerciales, las grandes producciones (de cine o teatro), los complejos urbanísticos de miles de viviendas, las infraestructuras milmillonarias.

¡Cielos! Nos hemos convertido en dinosaurios. Anímicamente.




Foto: Vista de la torre Mercury City en Moscú. / SERGEI KARPUKHIN (REUTERS)










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